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Juan Miguel Grueso

Antes de licenciarme en Historia del Arte o de trabajar para Mundo Amigo estuve ya interesado en los viajes. Desde muy pequeño me gustó viajar. Quise conocer todos aquellos lugares que había visto en revistas, películas y documentales, e imaginado a través de libros. Vivir yo mismo todas las sensaciones y experiencias que me contaron otros haber sentido en este o aquel lugar. Nunca quedé decepcionado. Ni descubriendo las grandes ciudades; con sus catedrales, iglesias y palacios; sus plazas, museos y jardines... ni cuando me acercaba a los sencillos pueblos, con el encanto de su arquitectura popular, de sus rincones pintorescos y de sus pequeñas grandes joyas artísticas. Porque, ¿quién no se ha sorprendido alguna vez ante una humilde ermita?, ¿o visitando las salas de un pequeño museo local?.

Regresar a una ciudad una segunda o tercera vez significa para mí un redescubrimiento. Ver los cambios y transformaciones que en ella se dan me supone una gran motivación, sobre todo porque siempre he estado interesado en los proyectos urbanísticos y arquitectónicos que se llevan a cabo.

Los paisajes también me parecieron siempre muy sugestivos. Hablando de España; ¿el costero o el interior?, ¿el norte o el sur? Quizás nunca podré decidirme, pero siempre me he sentido más próximo por raíces familiares a los lugares del sur, con sus luces, sus colores y la alegría de sus gentes.